Adiós, Don Rafa

(En la muerte de Don Rafael Pont Flores)

Murió Don Rafael Pont Flores.

Recibí la noticia mientras me encontraba en una pizzería cercana a su casa, el pasado viernes. No se que me paso, pero de inmediato pasaron por mi mente innumerables momentos que pase con Don Rafa. “Se nos ha ido uno se esos seres humanos que no nacen todos los días”, pensé en aquel momento.

No fui a la funeraria ni al entierro porque la tristeza no cabía en el alma de Don Rafa. ¿Por qué ponerme triste con su partida? Durante esos días pensé mucho en todos aquellos sencillos y alegres momentos que me brindo Don Rafa en vida, Y decidí poner algunos de ellos por escrito.

Mi primera relación con Don Rafa fue muchos anos antes de siquiera conocerlo. De niño fui un amante del béisbol y un fiel seguidor de los Leones de Ponce. Como desde entonces tenia la semillita del periodismo, me devoraba todos los periódicos y las paginas deportivas con especial atención. Ahí descubrí “El Deporte en Broma y en Serio”, la columna que diariamente escribía Don Rafa en El Mundo. El lenguaje de las columnas, sencillo, expresivo, informal, humano, era bocadillo diario del niño de entonces que las podía entender y disfrutar. Y sobre todo, las de béisbol y las que hacían referencia a los Leones, que eran frecuentes.

A los trece años, allá para 1964, en un biblioteca vieja me encontré un libro: “El deporte en Broma y en Serio”, por Rafael Pont Flores. Me devoré aquel tesoro literario como el que se devora in asopao después de un buen aguacero. Encontré en aquel libro, carcomido por los anos, lo mejor de las columnas de Don Rafa, escritas antes de yo nacer. “Su Majestad, El Fanático”, “El Ídolo Caído”, y aquellas en que Don Rafa relataba las anécdotas de los cinco campeonatos de Ponce. Época de oro del Ponce y el béisbol.

Varios mas tarde, en 1973 ingrese en la Universidad de Puerto Rico para hacer la maestría en Comunicaciones. Mi primera clase: El arte de Redacción. Mi primer profesor: Don Rafael Pont Flores. Conocerlo, tratarlo como alumno y casi inmediatamente como amigo, fue una gran experiencia. Todavía creo que lo oigo contar en clase sus anécdotas como periodista, en la redacción deportiva de El Mundo, de sucesos memorables del deporte y de España. Como gozaba Don Rafa cuando relataba las peripecias de “Un Puertorriqueño en España”.

Varios meses mas tarde, en 1974, tuve mi primera oportunidad de entrar en el periodismo al aceptar ser reportero del nuevo periódico El Vocero. Cuando llegue a la Universidad ese día, enseguida fui a decírselo a Don Rafa. Con su sonrisa de siempre, me felicitó y me leyó la cartilla de lo que era realmente el periodismo, con sus cosas buenas y sus cosas malas. “Es una profesión de muchas horas de trabajo, mucho sacrificio y poca paga; solo los que viven enamorados de ella subsisten, pera echa pa’lante que tu eres de los buenos:, recuerdo que me dijo.
Disfrute de la amistad de Don Rafa, en especial, en aquellos momentos en que coincidíamos en el palco de prensa del Bithorn durante algún juego de Leones y Cangrejeros. Definitivamente todos los colegas disfrutaban mas de la compañía de “anécdotas” de Don Rafa que del propio juego.
El hombre de caminar pausado y amplia sonrisa se convirtió también en mi colaborador cuando me facilitó una serie de columnas históricas para ser publicadas en las distintas revistas de deportes que para el 1975 – 1978 yo publiqué. Recuerdo con nostalgia aquella tarde que pasamos juntos en su biblioteca hojeando recuerdos, Con su humildad y sencillez me mostraba Don Rafa sus mas preciados tesoros. Libros, placas, trofeos, fotos, souvenirs, revistas…
Recuerdo también las veces que hable con el para que fuera mi invitado en mi programa de televisión “Dialogo” por el Canal 6. Con mucho dolor Don Rafa declino mi invitación. Estaba herido por la cancelación de su programa por las emisoras del pueblo. Le insistí que quería ser yo el que lo trajera nuevamente a su casa, a las emisoras del pueblo. “En otra ocasión te prometo que voy”, me dijo. “Ahora no puedo, tu me comprendes”. Lamentablemente Don Rafa se nos fue antes de tiempo y no pudo cumplirme su promesa.

Don Rafael Pont Flores fue fuente de motivación en mi niñez, fue maestro, amigo, compañero y colaborador en los últimos anos. Un gran ser humano que sonreía y hacia sonreír. Un gran ser humano que cumplió a cabalidad su encomienda en la vida: ser feliz y brindar felicidad a los que le rodeaban. En el cielo, los justos disfrutaran ahora de su anecdotario.

Adiós, Don Rafa.

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Don Rafael Pont Flores murió en 4 de julio de 1980, cuatro días antes de cumplir 71 años. Esta columna fue publicada por su autor, Elmy E Martinez, varios días después de su muerte.